
Muchos son los homosexuales que en algún momento de su existencia haciendo comentarios de este tipo, buscan evadir el peso de la exclusión producto del arrepentimiento póstumo que sólo experimentan los fracasados. La realidad al fin del cabo termina siendo distinta, los riesgos son infinitos y las bondades de dicho engorde de historias, terminan convirtiéndose en motivo de vergüenza. Los ideales van variando y los finales van tomando forma con respecto al grado de riesgo al que cada sujeto fue capaz de someterse. El arrepentimiento no es permitido…- si hiciste lo que hiciste, es mejor que lo afrontes y que te sometas al escarnio con el rostro bien puesto y con la mirada siempre por encima de la cabeza de quien te critique-. No importa si culiaste con cinco o con diez, lo importante es que cuando lo hagas, procures salir victorioso, -aunque con el culo lleno de leche y con una inmensa probabilidad de contraer una enfermedad-. No te arrepientas… dicen unos y otros, Arrepiéntete… dicen otros tantos más. Las características que finalmente definen a los llamados por este texto “probadores” no son otra cosa distinta a la vergüenza y la mentira consigo mismo y con la pareja con la que en el futuro deseen entablar relaciones sentimentales.
Secreto en susurro: ¡Uno de esos manes la tenia muy grande y me hizo sangrar… me dolió por una semana, pero si me preguntan…. No me arrepiento!
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